Nos tomó con los dedos en la puerta para adelantar proyectos de transformación digital o pedirle al área de sistemas para que implementara mecanismos para seguir trabajando como lo veníamos haciendo en la ahora antigua normalidad.

Recuerdo que, en 2017, pude asistir a un curso en el MIT (Massachusetts Intitute of Technology) a un curso corto sobre Gestión de Crisis y Continuidad de Negocio; una de las clases que muchos de los alumnos comentaron al final del curso que no les dio valor, fue la de cómo reaccionar ante una Pandemia.

Al inicio de la pandemia revisé mis notas de esa clase, no había mucho, pero decía: “Prepárate para lo peor”, “reacciona rápido ante el riesgo”, “cadena de eventos” e “inmunidad de rebaño”: algunas de las cosas que hoy identificamos que se debieron hacer.

Las empresas, en muchos de los casos, no estaban preparadas. Reaccionaron para mantener la operación, pero no para reaccionar rápido ante el riesgo. Por ejemplo, muchas voltearon al uso de herramientas de colaboración o de videoconferencias sin conocer los riesgos de su implementación. ¿Qué pasaría si un colaborador desde casa tiene acceso a datos que no debería tener? ¿Y si ese empleado comparte o publica dichos datos?

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